Preguntas acerca de «El Sabor de la Yuca»
Transcripción de parte de la la entrevista realizada a Mercedes León con motivo de la lectura dramatizada de “El sabor de la yuca” dentro del ciclo “A Telón Cerrado”.
P. Al final te das cuenta de que lo saben todo, lo controlan todo. Podían conocer el engaño o no, abrir la puerta o dejarla cerrada, tú optas por cerrarla. Desesperanzador.
R. Pero real. Me hubiera traicionado un poco si Julia logra escapar. La esperanza tenía sentido cuando Elvira está creando, madurando y trabajando la forma de llevar a cabo su plan. Yo quería destacar en la obra cómo a veces por una tontería o por una nimiedad o por un error que cometemos en un momento determinado nos vemos abocados a un final trágico e irreversible, siempre más cruel y devastador que el error que hayamos podido cometer.
P. ¿No tienes la sensación de que esa fuerza opresiva ha crecido con el tema de la crisis, que la frustración es mayor y por tanto la obra más actual?
R. Yo creo que la obra es actual porque toca temas que nos concierne a todos, habla de emociones y sentimientos que de una manera u otra todos hemos sentido o compartido en algún momento de nuestras vidas y cuando en algún rincón del mundo se repite, este detalle, hace que ciertas cosas adquieran un matiz universal y por lo tanto sean actuales. Respecto a que si tengo la sensación de que la fuerza opresiva ha crecido con el tema de la crisis te diré que no, yo creo que esa fuerza siempre ha estado ahí y en el mismo número, a veces ha estado visible y otras agazapada, esperando como le corresponde una orden para saltar e imponerse como su nombre indica “por la fuerza”.
P. ¿Qué valor le das al hecho de la violación en la obra, quiero decir, por qué colocas esa acción? Además, el personaje no viola a la chica porque la desee sino por dañar a Elvira. ¿Por qué? ¿Por qué no parece que haya una crítica específica a la violación machista?
R. Esa acción la coloco porque en ese momento del transcurso de la obra la consideraba oportuna y necesaria. Podía haber puesto otra por supuesto, o no poner ninguna. Pero es un acto que por sí sólo sin necesidad de discurso alguno, deja muy claro qué tipo de persona es quien lo realiza; él daña, destroza y “jode” a Elvira sin necesidad de tocarla. Además a esta gente no le hace falta desear para consumar estos actos, al contrario, a veces cuánto más desprecian mayor es el impulso que tienen de humillar valiéndose de su fuerza y de la indefensión del otro. (…) Referente a la pregunta de por qué parece que no hay una crítica específica a la violación machista, por supuesto que la hay. La crítica está intrínseca en la acción aberrante que comete, a mí me sobraban aquí los discursos y las palabras.
P. Mercedes, durante años dirigió a la Compañía Brea Teatro, ¿En qué te sientes más cómoda, escribiendo, dirigiendo o enseñando?
R. La verdad es que no me siento cómoda en ninguno de los casos. Y no me siento especialmente cómoda porque son trabajos que requieren mucha responsabilidad, mucha concentración, y eso de alguna manera te incomoda, lo cual no quiere decir que no te guste, al contrario, me encanta mi trabajo. A escribir es a lo que yo me dedicaría plenamente porque es un trabajo solitario en el cual nunca estás solo, paradójico pero cierto, siempre te acompañan personajes, vivencias, historias… y es maravilloso formar parte de ese engranaje, de esa locura, y lo más maravilloso de todo este proceso es cuando levantas a los personajes uno a uno de esas sábanas de papel y los vas despertando y los llevas a un escenario y van tomando forma, a veces las que tú pensabas y a veces otras totalmente distintas. Yo comparto la opinión de que una obra se termina de escribir en el escenario. Entendiendo “escribir” no como subsanar la incapacidad que tenga el autor de cerrar y terminar su obra, sino como la capacidad que debe tener el director para reescribir y descubrir distintas miradas. Y ante esto me encuentro. Entre dos amores.
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